Los días de luto dejan
sabor de musgo en la boca
y una nostalgia marchita
de jazmines bajo sombras,
sombra fría y recortada
con negaciones de aurora:
Sufrimos. Y no sabemos
por qué la sangre arroja
en cálices de silencio
sin futuro y sin aroma,
y buscamos ese instante
en ue el llanto nos transporta
caídos, tendidos, rotos
a su alborada remota.
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