Los ojos, almacén de imágenes,
van perdiendo lentamente
la nítida luz de los instantes.
También la piel recuerda,
como una hoja en blanco que se llena de voces, de roces,
de cálidas figuras.
También a esa hoja habrá de llegar la sentencia.
Lo que ayer fue un árbol es hoy
un pedazo de papel que adivina la ceniza.
Todo lo nacido surge de una matriz de polvo.
También mi cuerpo, joven, erguido,
como un árbol recio que se viste de palabras.
He aquí el espejo.
He aquí el cadáver.
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