Los grandes días del poeta de Robert Desnos

Los discípulos de la luz sólo inventaron tinieblas apenas opacas.
El río arrastra un diminuto cuerpo de mujer lo que es indicio
de un final próximo.
La viuda vestida con ropas nupciales se equivoca de séquito.
Todos llegaremos con atraso a nuestras tumbas.
Un navío de carne encalla en una playa pequeña. El timonel
invita a los pasajeros a callarse.
Las olas esperan impacientes. ¡Más Cerca de Ti oh Dios mío!
El timonel invita a las olas a hablar. Éstas hablan.
La noche ocluye sus frascos con estrellas y hace fortuna con
la exportación.
Se construyen grandes tableros para vender ruiseñores. Pero
no pueden satisfacer los deseos de la Reina de
Siberia que quiere un ruiseñor blanco.
Un comodoro inglés jura que no lo sorprenderán más recolectando
salvia de noche entre los pies de las estatuas de sal.
A propósito de esto una pequeña salera con Cerebos se endereza
con dificultad sobre sus delgadas piernas.
Y derrama en mi plato todo lo que me queda por vivir.
Lo bastante para salar el océano Pacífico.
Pondréis en mi tumba un salvavidas.
Porque uno nunca sabe.
C’est les bottes de sept lieues
cette phrase «Je me vois»

Versión de Aldo Pellegrini

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