La luna que se derrama
anillos hace mis dedos
y en el fulgor de su lumbre
los deja presos.
Bajo la parra de los jazmines
miro mis manos
y entre encajes de sombras y hojas
se han transformado
porque la luna los pinta
de oro lunado.
Con la luz de la luna
me haré un vestido
que me vuelva nuevita,
delgada y rubia
y frotando mi anillo diré a la luna
que me mande al espejo
de la fortuna.
Aún tengo esperanzas de ese milagro
cuando de allí me miras
autorretrato,
ya que tienes la fecha medio borrada,
nada me dice el tiempo
y el tiempo es nada.
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