A Javier Monedero
Río del tiempo
que cruza el alma
fluyendo siempre
desde el mañana.
Orillas mustias
por donde pasa
lánguida y lenta
su lengua el agua.
Juncal del sueño
junto a la mansa
corriente. Lecho
de piedras blancas.
Sobre las ondas
sombra de garza.
Manos del viento
desmadejadas.
Ay, devolvedme
los campos de Álava,
el terso llano
color de espada,
la Fuente de Ocho
Caños que mana
el bebedizo
de la nostalgia.
Dadme el sol pálido
sobre la plaza:
aquel perfecto
sol de la infancia
(luz taciturna
que presagiaba
el nacimiento
de la palabra).
Sí, devolvedme
la voz del alba.
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