Vendrán una mañana los abrazos que amagué,
los labios,
las manos que entre mis manos
fueron espuma,
las palabras de vino
matriz del polvo.
Vendrán una mañana con su vacío,
dejarán sobre mis sábanas
el hueco inútil,
la muda caligrafía de todo lo incompleto.
Se quebrarán con la fragilidad de mi voz
todos mis miedos.
Mudo quedaré, inerte.
En vano intentaré
decir una palabra que desbarate vuestra ausencia,
pero será en vano,
ya no seré yo tampoco
abrazos ni manos para otros.
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