Como tibia azucena adelantada
castamente, entre el alba y el rocío;
orante nieve, cúpula de frío,
ojiva pura, levedad trenzada.
Como ramo del alma, revelada
pulcramente a la luz sin atavío
como la fe del suspirante brío
en un vuelo de carne sosegada.
Como un sueño de amor encaminado,
en alba de gemelos surtidores,
al éxtasis del cielo recatado.
Como ave par, alzada sin temblores,
calmando en un misterio desposado
la desazón humana de las flores.
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