En piélagos amargos, anteayer,
yo quieta, yo desventurada.
Después, en hondos limos, alimañas odiosas.
Los ciegos peces y las altas rosas
victoriosas, sombrías
y los días, sus albas temblorosas.
(Todo tan lejos de las manos mías)
Mares hondos. Secretos. Azules. Desvelados y crueles.
Voces extrañas. Cósmicos lebreles.
Las olas como uñas ferales
atacando seguido el litoral.
Yo, deslumbrada
y en mis lágrimas vivas, la sal
y en sus yodos trementes, agotada, mezquina
y las olas violentas arañando la costa diamantina
como un gato furioso, endemoniado.
(Yo le echo tierra a todo lo pasado)
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