Lejos están las chozas de los pescadores con las mujeres grandes y pálidas
oyendo el chasquido de las olas como un ángel enmascarado.
Sus conversaciones se mezclan a los alimentos de cocción clara y sumisa,
los niños juegan en las rocas, junto a las aves salvajes y el firmamento vacío.
Más rápido que el tiburón lejano, más dulce que la luz en las islas felices,
un desconocido como el cuerpo abre su idioma para ver
el paso de la mañana ondeante sobre las piedras rojas y oscuras.
Añadir un comentario