Me amarga y me consuela que mañana
cuando a cerrar se empiece esta mi herida
yo te veré pasar junto a mi vida
con tu dicha pequeña y cotidiana.
Mi consuelo será juzgar tu vana
biografía menuda y repetida
y volverme a mirar mi alma escogida,
del verso y de sí misma soberana.
Mas, ¡ay!, que libre y todo, e insobornable
esta fría altivez de nieve y cielo
el dolor de estar solo no me engaña.
…Y, otra vez, al destino irremediable
de no saber tener otro consuelo
que el que me pueda dar mi propia entraña.
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