He estado a punto
de emblanquecer como los ángeles
cuando el labio con que soplo el talco de los días
borraba la esfera del reloj
cuerpo de pájaros que aún me late.
He estado a punto de salir volando
en el ala lenta de las hojas
que espera una mano sin nombre
llenando crucigramas en la inercia,
sin profanar la mansedumbre
retenida en la blandura de la espalda.
Un rumor de secretos detrás de cada puerta
me lleva por las calles
sobre pies de plegarias
con zapatos de viento conmovido
apagando los pequeños incendios de la tarde…
pero yo me niego
me niego a ser un ángel.
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