Me ocupo inútilmente
de mi vida
mientras espero que
despiertes.
Estuviste a punto de
romper el cristal
que nos separa
y por fin encontrarnos.
Sólo viste tu imagen
reflejada.
No miraste al través.
Del otro lado estaba yo,
llamándote.
Llegaste a mí
sin darte cuenta.
Por una puerta entraste,
que no me conocía,
y te quedaste aquí,
sin saberlo.
Ahora te veo caminar
por la ciudad,
dueño de ti, sin anclas,
y me sonrío,
porque ese tú que anda
por ahí,
es el que está soñando.
Y aquí dentro de mí
te sueña el verdadero.
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