Menos vulnerable y base de rigor.
Confinado a la palidez y el grito de tu
carne,
Llama ostensible.
Óleo grave y vellocino de nácar.
Fuerza que inhibe, que resiste,
Mujer que declina honores en el país solitario.
A tientas los flancos, ¡en la espesura de aquel rumor!
A la zaga nuestra sombra.
El aleteo de la espuma sube. La mujer es de agua
reflejada.
Vive en la memoria de la piel.
Su salto en los oquedales
rehúsa respirar por la herida en mi cuerpo.
Lo dicho, dímelo,
átenos con esta lengua de tierra
la fabla matinal.
Más firme aún el sueño en el regazo profundo.
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