A mi hijo Sergio
only when the dock stops does time come to life
W. Faulkner
De mi inconstancia bajo a ti,
igual que quien se adentra por un prado
con una libertad no del todo insumisa.
Una implacable duración golpea
el rostro de estas horas que no reconozco
porque cruzaron sobre mí sin verte,
sin comprender ni disipanne, sólo
con la desnuda terquedad de un aire desolado.
Te miro caminar hacia mi lejanía. Soy ya viejo
para unos ojos que aún esperan. Vienes,
frágil como la lluvia, entre las cosas
que la rutina implanta entre los dos. Querrías
ser como tú imaginas que yo soy.
Se me han ido los años. Si supieras
con qué avidez me acerco a tu ternura. Fluyo
entre libros extraños y lugares sin sol,
poblando su silencio con palabras
que no me implican ni me dicen, sólo
son un mero refugio
aunque para ti lleguen todavía
envueltas en el aura de un misterio,
de ese misterio absurdo por el que perdí
ver tu niñez creciéndome, hijo mío.