Miro cantar la vida como fuente
al pie de mi ventana desdeñosa;
miro estallar las gracias de la rosa
y no embriago en su olor mi triste frente.
Está el mundo lejano en mí presente
doliéndome y latiendo, cosa a cosa,
y toda la tristeza misteriosa
de la vida me embriaga en el poniente.
¿Y eso es todo; mirar, sentir la vida?
¡Qué más quisiera yo, en la primavera!
Mas ¿qué hacer, en las manos del mandato,
sino servir? Y ya, la orden cumplida
y muerto tras mi voz, sólo me espera
esta paz orgullosa de algún rato.
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