Mis ojos muy abiertos para verte,
mis oídos atentos para oírte,
mis ásperas mejillas para herirte,
mis brazos para alzarte y sostenerte.
Mis dientes duros, no para morderte,
sino para rozarte y sonreírte,
mis largas piernas para perseguirte,
y mi gran corazón para quererte.
Mi corazón que hace sonar las horas,
con un compás que el tuyo ya conoce,
con un latir de luz de sol y luna.
Silencio y campanadas vibradoras,
desde la una, amor, hasta las doce,
desde las doce, amor, hasta la una.
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