Cuando Mnemósina bebe
el tibio semen de las flores -o espuma
ardiente de mareas,
trazas tú los ritmos de la canción
sobre el laberinto
de tu templo altivo y solo -poema
irrepetible donde todo
deberá reunir al Todo y aplomar
sus altos muros. En
ese aroma tú decides el sentido
de la fiesta: Aquello
que habrá de quedar
y lo que debiera seguir -pues
suceden al unísono
tiempos futuros y tiempos
pasados, alentando -Oh sí,
al viento que te horada
ahora, libre y luminoso en el momento
preciso en que el sol te pintaba
sobre un muro: Furia
del límite, concentrada luz
que hacia adentro crece. Evohé.
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