A todo renuncié por ser tu amigo
cuando eras flor de luz y de sorpresa;
mi confesión, tal vez no te interesa,
yo, de todas maneras te la digo.
Tu sinfonía de nardos y castigo,
mi piel rasgada en el dolor, no besa,
y como blanca nube hoy atraviesa
mi sueño y las espigas de mi trigo.
Hoy la sangre me fluye quedamente…
tal parece que edito mi agonía
en el rosado mármol de tu frente.
Espero, la aflicción de mi elegía,
con el acento de su voz doliente
no empañe los fulgores de tu día.
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