Como se ve en la rama de mayo abrir la rosa,
fulgente de hermosura, su primor florecido;
y al mismo sol, de celos sentirse estremecido
sin ella deja el alba su lágrima radiosa;
Y la gracia en sus pétalos recogerse amorosa,
y en el jardín y el árbol su aroma trasfundido,
o en estivales fuegos, o por la lluvia herido,
deshojarse su cáliz y morir silenciosa;
Tal en la primavera de tu ser esplendente,
cuando el mundo y los cielos diademaban tu frente,
rendida por la Parca ya en cenizas reposas…
Recibe por ofrenda mi llanto y mis clamores,
y esta copa votiva y esta lluvia de flores:
vivo o muerto, que sea tu cuerpo sólo rosas.
Versión de Carlos López Narváez
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