Mulberry Street de José María Fonollosa

Dicen que arrodillarse es humillante.

Que es esta posición la del vencido,
del sumiso, del vil, del que renuncia
a la última esperanza de salvarse.

Que estar arrodillado en una calle,
en un templo o salón, afrenta incluso
a aquel que lo contempla y no lo impide.

Como afrenta una bomba que no estalla
a quien confiaba actuara su explosivo.

Sí. Es innoble actitud arrodillarse
delante de otro ser, cuando el sujeto
es pasivo. Mas no si éste es activo.

Porque hay una excepción en que es victoria,
gozo y satisfacción esta postura:
cuando el sexo la exige ansiosamente.

Entonces es divino arrodillarse.

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