A Alfonso Reyes
Ya estoy harto de mar, de gente, de cielo;
de muerte, si Dios quiere.
Nadie podrá arrancarte de mí, sombra de sueño,
porque tengo pegada en el pecho toda tu noche
de pasión horrible.
Dentro de días estaré en la llanura
para cubrir mi corazón de polvo,
el aire de arena. Nuestra sola muerte
olvidada en un paraíso seco.
(Si pudiera encontrarte. Si pudiera bajar a Río, esta noche;
andar por las calles oliendo las hojas gruesas de los árboles;
abandonarme en la tierra hasta llenarme de piojos. Distraído.)
No quiero mi idioma, mi otra vida; no quisiera
llegar nunca. Volver si fuera posible
Magoas.
Esta noche ¡así! desprendido totalmente;
vuelto, devuelto, perseguido: ajeno mío
sin quererme. Caído en otra voz,
resbalado.
Mi corazón negándose al polvo,
ya detrás de tu cuerpo, del aire desterrado.