Para Floreal y Pepe Bornoy
Como arreciaban más las olas, y la casa
seguía en su costumbre sin aviso,
asomé a la terraza mi aprensión, y era cierto:
ya no veía el faro y perdíamos pie
e íbamos zozobrando aguas abajo, brea
y sal abajo y por la casa adentro.
Caída en el turbión, entorné las cortinas
por no alarmar innecesariamente.
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