A Manolo Gil
Nevando está en la sierra de María,
en Vélez ha cesado la llovizna.
He tomado café. Recuerdo versos
que escribí en los momentos de otra dicha.
Hablaban de un otoño a borbotones
destellantes, que iba y que venía,
con su copa de aromas desbordados
súbitamente rota en sacudidas.
Y preguntaba entonces: ¿un tormento
el amor, o suavísima alegría?
Lo preguntaba entonces y no tengo
una respuesta en que acoger mi vida.
Lo que sí puedo recoger ahora
es que al tomar café sin compañía
me ha quedado en la boca un mal regusto
de viejos versos y precoz ceniza.
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