No soy feliz, ni lo seré venciendo.
Ya no quiero vencer. Lanzo la flecha,
pero la estéril ansiedad persiste.
Mando romper el nervio de los arcos
y la ansiedad persiste. Ya me hiere
todo rumor y escucho predicciones
sobre eclipses e imperios. El insomnio
me devuelve un pretérito manchado.
La vejez de los dioses es inmensa,
y mil generaciones de los hombres
alcanzan lo que alcanza su agonía.
Los crímenes de un dios jamás prescriben,
se arrastran como siglos por los siglos
ensuciando los ojos de lo eterno.
Todo lo que alcancé ya no me sirve.
No quiero ver a la mujer gozada.
No quiero ver el campo victorioso.
No quiero ver las torres ni los templos.
Ni las palabras dichas ya me sirven:
escapan sin sentido de mi boca.
Todo lo que contemplo se empobrece.
Ningún alivio encuentro en los paisajes
que los hombres aprecian. Ha salido
muchas veces el sol, muchas ha muerto.
Nínive de Julio Martínez Mesanza
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