Mientras dura el relámpago,
ardemos lluviosos en su aroma
que ilumina tu cama
hasta volverla un bote,
donde está la pasión tras el diluvio.
Mientras dura el relámpago
-cuyas águilas roen nuestro ayer-,
somos bajo su lumbre
el cuchillo y la fruta
repitiendo un milagro en pos del alba.
Mientras dura el relámpago,
se deshace en un blues toda la niebla,
e inventamos un huerto
que también nevará
cuando muera la sangre en sus espigas.
Mientras dura el relámpago,
no existe más oasis que tu cuerpo,
un tango, un acordeón,
este abrazo profundo,
la certeza del agua que nos une.
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