No le consientas tanto, que acostumbras
mal a mi corazón. Exige, hiere.
Niégale a mi pregunta lo que inquiere,
si pide luz, mantenla en las penumbras
del amor. Cuanto más lo alzas y encumbras
más insaciable está. Mi amor prefiere
luchar por la respuesta, y que él espere
impaciente la luz con que me alumbras.
No le perdones nada a mi descuido
que me duele ser siempre la deudora
de tanto amor, y tal renunciamiento.
Dame que perdonar. Yo te lo pido.
Hiere mi corazón, hiérele ahora
para que perdonando esté contento.
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