No vuelvas nunca a mirar tu rostro Annelein.
Ni la ilusión engañará tu mirada, como antes
de aquel día, que saliste para el destierro.
El tiempo ha pasado y es un cuchillo sobre tu imagen.
Sueña lo que tuviste, Annelein, y no busques la compasión
en tu ciega cordura. Nunca verás tu rostro, Annelein.
La púrpura cede bajo tu peso y no hay mirada,
que ayude a soportar la muerte.
Detrás de tu belleza, está la ignorancia,
como delante de ti está tu rostro siempre,
aunque tampoco es útil la máscara.
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