Nocturno de Alberto Ángel Montoya

Un doncel y una estrella compendian el nocturno.
Sobre la playa el grácil doncel está desnudo.

Tendido el cuerpo y pálido a la luz de la estrella,
se le pensara al verlo formado de la arena,

como si un ángel virgen de ociosos digitales,
jugando con la arena, formado hubiese otro ángel.

Hasta la mancha misma de crenchas en desorden
se blanquea de estrella y se azula de noche.

Y así todo él sería de un blanco azul moreno
si sus ojos no fueran intensamente negros

ahora que me miran. Su mirada ha quedado
como una orquídea negra sobre mi traje blanco.

La luciré esta noche que es de orgía en el puerto.
El doncel mira al río, y en el río va el cielo.

La estrella está muy lejos, allá; mas si la miro
encuentro que la estrella también está en mismo.

Un canto de mujeres que irrumpe en la ribera
me abre siete caminos de amor hacia la hembra.

-Mi cuerpo, al apartarme del río y del rapaz
finge en la azul penumbra una estatua de sal.

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