Junto al rojo fogón de la cocina,
bajo el techo de paja del bohío,
ni lluvia torrencial, ni viento frío
temo, cuando la noche se avecina.
Después, el sueño mi cerviz inclina,
me arrulla el manso murmurar del río
y encuentro en el reposo calma y brío,
«al lado de mi vieja carabina»…
Cuando en el mar del cielo ya no bogue
la luna y en el golfo del ocaso
el grupo de las Pléyades se ahogue;
cuando entonen los pájaros la diana,
del pobre hogar saldré con firme paso
a bañarme en la luz de la mañana.
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