Yo aquí, tan lejos,
ocupado en llenar de piel
esta cama sin calor
desde hace días,
odiando sin cesar a esta bombilla
que, a veces,
amenaza con privarme de luz,
como si pudiese con ello
cegarme tu recuerdo.
Yo aquí, tan solo,
deseando como el sol- amanecer
para que la noche pase pronto,
y ahogarme en el bullicio de las calles,
de los cafés, de las aceras,
para ver si de ese modo
el orden de la rutina
me arranca, al fin,
tu nombre
de mis labios.
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