Vendrá el silencio de los pianos,
sucumbirá mi mano a la vigilia
y alguna luna ardiente
cometerá adulterio.
Al borde de tu cama
reposarán mis sienes,
vendrá el recuerdo de tus senos
y dormirá a mi lado
mientras las secas lágrimas sacude
sobre un cuaderno ajado que se ha muerto.
Vendrá el misterio de tu ausencia,
la calma de los versos releídos,
la espera en los relojes inminentes.
Vendrá la noche con tu voz,
la radio con tu música,
tu rostro, las imágenes, tus dedos.
Vendrán…, pero tal vez no quiera verlos.
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