Nunca sabrás pronunciar tu nombre, hueco
como el vientre que perturba tus sueños.
Tu voz suena herida desde tu cuello
y no hay piedad para tu nostalgia. Vuelta
hacia ti, no eres tú misma, ni es tu pasión,
más que un feliz resultado de tu propia
codicia. La voz que te prestaban los que huían
del sueño, sirve de hueco a tu propia nostalgia.
Tu helada sombra te persigue y los vientos del desierto
traen tu última imagen. Desde donde te sueño
las sombras atraviesan tu enigma. Mi voz no sirve,
más que para recorrer el vacío. Todos urdimos
tu abandono, hasta que la luz fue más viva
que tu propia mortaja. Todos sabemos
que has existido y tu inocencia nos conmueve
en la tumba. Sin embargo a veces creemos
las lágrimas nos devolverán a los sueños.
Se abre la puerta de la desolación y el viento
nos desvela su enigma. Ya no hay principio
para tanta ecuación y los ángulos de los espejos
atraviesan la asfixia.
Nunca sabrás pronunciar tu nombre, hueco de Paloma Palao
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