En el condón del jopo, engominado, arisco, mecha o franja de sombras
en la metáfora que avanza, sobra, sobre el condón del jopo la mirada
que acecha despeinarlo, rodar la redecilla en las guedejas:
un público pudor, irresistible, tieso en la goma del spray: la goma
libidinizada, esa saeta de la mata en el enroque de la fima, el gime, el
fimoteo: denuedo de las uñas en el mechón de grima. Guedeja en muslos
enroscada, húmedo pelo, espesor de las cejas en lo ebúrneo cobrizo, un
jaloneo de papilas en los estrechos del olor, jugoso, el ronroneo de los
labios ante las curvas, su salitre, el tartaleo de la transpiración, sudores
finos, atascaban al muslo en ese rulo. Jadean las harás sus aros de
peltre, jaleo lúcido, luminiscente en el rebote de las ligas en la película
infusa, taza de té en los bordes del revoque. La trama, en ese punto,
en la lisura de ese cascabel, serpeante, de esa rima dejado en los ja-
bones de los pies, melecas, masca en el erizar de los penachos la pro-
mesa de un guante.
Opus jopo de Néstor Perlongher
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