Perdón por los insectos
y los pájaros que mueren
la hojarasca
la luna en el estío
el crepúsculo colgado de las ramas
los niños barriga de lombrices
plagicidas en las burbujas de los féretros
perdón por los platos que no almuerzan
tuzas en las camas masticando la piel
fososíntesis de mora
en el taburete
alfiler del hambre los pechos que ya no viven
perdón
perdón
perdón
perdón
perdón don condón tentación
perdón fornicación
introvertido vértigo de advenimiento
perdón por la risa perdida
por el espejo que transcurre
apuñalado en la garganta
perdón por los célibes que se toman otro mundo
perdón por este mundo
que crece grotescamente en números
perdón por la calidez del insomnio
el terror y el lento fuego de la miseria
perdón por las palabras
por el diccionario que reverbera de fósiles
perdón por el bosteza de cansado reloj
por los ojos bizcos que miran de soslayo
por los senos que se ausentan como trenes
por esos después ya no vírgenes
por el que gime sin sábanas en el alma
por la noche que extiende su oscuridad como embudo
por los rostros y los cuerpos que beben la neblina
por el demonio que se posesiona
en espiral hasta llegar a la tristeza
por las telarañas que ciegan las ventanas
por el que escupe cuando sale a la calle
perdón por los amuletos de la buena suerte
que abrigan esperanzas
por el que duerme como póstuma estatua
por el rojo del guiño y las rocolas
perdón por mis zapatos sin afeites
perdón por aspirar tanto espejismo
perdón por mis pies que no saben de botiques
perdón por este sueño que llama a Heráclito
perdón
perdón
perdón