En la senda, Virgen santa,
que con llanto humedecieron
los seres que el ser me dieron,
imprimo mi tierna planta.
Luz que la gloria abrillanta,
Madre del Verbo hecho hombre,
haz que la zarza no alfombre
mi camino. Virgen pía,
y que nunca pase un día
sin que bendiga tu nombre.
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