Estoy solo. Palabras, apenas, me acompañan,
Su sonido crepita en mi interior
como ascuas de memoria que cuentan la falsedad
de los verbos que alguien grabó sobre mi frente.
Han ido muriendo los instantes
como una inútil sucesión de olas
que alcanzan sin porqué la orilla.
Y se desvanecen.
Arena, polvo.
Voz, viento.
Hay días que se pierden en alta mar
y no regresan,
noches que caminan sobre cristales con los pies descalzos
y dejan huellas de sangre
sobre los nombres.
Las palabras, al fin, de nada me protegen.
Estoy solo.
Mudos han quedado los rostros,
como muñecos de trapo que fingen sonrisas.
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