Como continentes inexplorados,
transfigurados por la mirada,
los ojos visten, hasta el infinito,
la dialéctica desnuda
de la nostalgia.
Embates de deseo que a veces te acercan
al borde de la sima,
a esa pulpa iluminada donde resucitan
los temblores más inverosímiles.
Huecos solemnes,
jardines destartalados,
edificios aquejados de abandono.
Y Joyce, Kafka, Faulkner,
agazapados fantasmas
por la nave deleitosa del patio,
tímidos
arquetipos trágicos que denotan una mentira
profunda.
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