Vimos el cometa
que pasa cada seis mil años.
Las palabras despertaron.
Los oídos se embriagaron
con su clamor sigiloso.
Los ojos fueron cautivos
de su incesante manar,
que entretegía coronas en el aire
con las hebras del misterio.
Y nos recorrió un jardín
de quietud abarcadora
que em eñ cpmfín del no ser
el puro ser custodiaba.
Vimos el cometa,
lo vimos y lo vemos
porque somos materia
de una estrella muerta
y la luz es su secreto.
¿Oyes esa música
que cruza como la luz la oscuridad
mientras la oscuridad gira
y yo con ella?
¡Con qué fuerza
se abre paso
y llega incluso
a mi lugar más remoto
cercado también de sombras!
Pero el latido
que brota allí
nadie lo oye.
Nadie, como yo, sabe
que existo
y creceré
y amaré
como aman esos brazos
que me sostiene
porque no sé andar aún…
Pero escucha, escucha:
todos los árboles se mecen
en la música.
Y en mi interior
donde un secreto sol
me hace adivinar
el sol secreto
da la oscuridad.
Paralajes de Clara Janés
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