Bien, acepto tu reto, retórico soneto,
y me meto en tu celda de catorce barrotes
donde las rimas silban como aquellos azotes
que un abuelo ceñudo descarga sobre el nieto.
Me someto al dictado de ese viejo son neto
cuyos ecos evocan torturas con garrotes
y entrechoques de grillos que exhaustos galeotes
arrastran como pena por faltarle el respeto.
Tras tus rejas practico, tenaz, esta esgrima
y afilo en tu faja mi mellada navaja
para tajar el verso si en tu caja no encaja.
Con esta áspera rima a manera de lima
(que me arroja en un ojo la herrumbe del cerrojo),
me desenjaulo y parto, tuerto, tullido y cojo.
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