Esta piedad profunda es tierra mía.
Aquí, si avanzo, lo que toco es patria:
presencia donde siento a cada instante
el acuerdo del cuerpo con el alma.
Esta voz es mi voz. Pero la escucho
en bocas diferentes. Y aunque nada
de cuanto dice pueda sorprenderme,
oírla me cautiva porque canta
en ella un corazón siempre distinto
que nos lo explica todo sin palabras.
Aquí, si avanzo, el mundo se detiene.
Todo es verdad primera y espontánea:
¡día, hasta fallecer, hecho de aurora!
¡vida, hasta concluir, hecha de infancia!
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