Amor, te he pedido perdón
demasiadas veces, hasta que has visto
la argucia del corazón tramposo:
de tu perdón, él hace permiso.
«Perdón de habértelo pedido.»
Otra chispa se te enciende
y zigzaguea por cien espejos
de suplicado consentimiento.
Una baja magia quiere
deslumbrarte, y ha levantado
(almagres y verdes) una barraca
de una feria suburbana.
Amor, no entres ahí. Infiel
ayudante del mal histrión,
el corazón, te entrego descubierto
su truco de implorar perdón.
Amor, perdón. Perdón por mí.
Un último perdón sin encanto,
no un proyecto de los vidrios viles,
el fraude que por ti montamos.
Y aún más. Perdón, perdón
por ahora, por este momento
en que el relampagueo desasosegador
me ha hecho temer que te engañara.
Yo que no sé dejar el servicio,
demasiado fácil, del corazón absurdo,
he olvidado (¿verdad que lo comprendes?)
qué real eres, cómo vives en ti.
Perdón de Gabriel Ferrater
Añadir un comentario