A Carlos
En el enrevesado espeso matorral de mis floraciones
has laborado embriagado de almizcles.
No hay almácigo desperdiciado en este amor
donde a diario te desafío
a que encuentres el brote más reciente.
Nunca dije que sería un jardín de senderos bien
delineados.
Me construí como un jardín tropical y húmedo
con especies imposibles de clasificar
pues siempre quise poner a prueba tus intenciones de
jardinero
domador de plantas y exterminador de plagas.
Te he asaltado por los cuatro costados con enredaderas
tumultuosas
Y huelenoches de belleza mortífera
Y he abierto hojas como alas de sueños selváticos en los
árboles plácidos
que sembraste alrededor de la casa.
En tu alcoba de macho cabrío introduje violetas africanas
y rodeé de jazmines indios los bordes de tus infranqueables
ventanas
-esas que ahora el perfume traspasa con ruido de vidrios
rotos-
¡Qué bien has soportado, mi amante, amadísimo, cuanta
prueba te puse!
Dócil jamás, crezco ahora sin embargo sobre el techo de la casa
Y abrazo esta dulce, fogosa extensión que habitamos
La defiendo con cercos de espinas
Instalo surtidores
Para que no la marchite
Ni la más cruel de las estaciones.