Porque a esta hora tu cuerpo me parece
aquel oscuro túnel sin demora
que inventaron un día
los dedos poderosos del deseo.
Porque he desmantelado el corazón,
ese músculo antiguo de cajones dorados
y ya nada es tan cierto
como saberte altivo
tras la lluvia de junio,
sonámbulo y hermoso.
Y sin embargo hay noches en que crezco,
de puntillas,
al filo de la aurora,
hasta alcanzarte íntegro,
tan detrás de ti mismo,
en tu alada distancia.
Con las primeras luces me retiro.
Llevo calor ajeno
que me desviste el hombro.
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