Todo lo que he buscado se halla en ti,
y sé que estás dispuesta a quererme, si yo
tiendo un poco mi mano hacia tu mano.
Cuando estaba con otras
cerca de ti, queriéndolas,
entrabas hasta el fondo de mi alma
calladamente, pero con dominio,
y allí te establecías, olvidada y presente.
Antes, pasaste a veces por mi lado
y yo pensaba, aunque no lo quería,
que eras tú la que yo debía haber amado,
la que guardaba los tesoros
que yo, gozoso y torpe, buscaba en otras minas.
Ahora sigues presente
pero ya no me atrevo. He malgastado tanto
tu impaciente silencio, tu ternura encerrada,
tu carne, que esperaba no sabemos qué brotes
de primavera retrasada y dulce…
Si te dijera que te quiero
no te diría bastante,
y quizá este mundo de cristal y de luz
que has ido edificando sobre mi indiferencia,
se caería de golpe, dejándonos a oscuras.
No sabrías decírmelo,
ni yo a ti. Solamente
un prodigio violento
y un nuevo mundo abierto ante tanta esperanza…
¡Oh, qué rabia tardía!
Por qué no has sido tú?