los témpanos engullen gaviotas en mis caricias.
El mundo pesa inicuo y solemne en mis raíces.
Acepto tus manos, tu dicha, mi delirio.
Si vuelves tú, si sueñas, tu imagen en la noche
me reconocerá.
Te encamino al talud campanular de mis venas.
Mi sangre de magia fluye hacia ti, bajo la
profecía del alba.
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