Quizá tan suave como mano, acaso
como temblor de rama sensitiva,
como estela de un ala fugitiva
o tenue luz rosada del ocaso,
llega hasta mí, perdida entre la brisa,
-ave de amor, caricia derramada-,
la dulce plenitud de tu mirada,
fundida con tu voz y tu sonrisa.
De caricia de amor se van poblando
mi alma y el paisaje en que te siento;
mi corazón se esparce con el viento
y van las naves por la mar soñando…
Olvídanse las cosas de su peso,
y, al brillar una estrella por lo oscuro,
siento tan alto el corazón y puro
que ignoro si te beso o si la beso.
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