De celeste y blanco
viste el pueblecillo…,
de blanco y celeste.
Y el viejo a lo noble,
joven a lo alegre,
con sus dos colores
de blanco y celeste.
De árabe pasado
su sabor no pierde,
pero es hace siglos
cristiano ferviente…
Ora, ríe, canta,
de blanco y celeste.
En él no hay más negro
que ojos de mujeres
y rizos de ébano
sobré blancas sienes.
Lo demás, hermanos,
es blanco y celeste.
Viva luz lo inunda,
y, cuando al Poniente
llega el sol, perfuma
el aire… Y parece
como que un cariño
flota en el ambiente.
Lleno de poesía
y de pena alegre,
dejad me que llore,
que cante y que rece…,
porque aquí las horas
no sé lo que tienen,
que invaden el alma
de blanco y celeste.
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