Dos notorias promesas en tus senos
vislumbra quien recorre tu fachada,
pues no existe tan torpe una mirada
que no tropiece en ellos…cuando menos.
Pero tú que en los prístinos terrenos
del amor no has caído aprisionada,
esquivas todavía la punzada
del ansia que termina en desenfrenos.
Mas si harta de granizo sobre el lecho
exiges merecida compañía,
imploro -emocionado- mi derecho
de arrancar tus gemidos con porfía,
y ver mi ardiente y líquida osadía
corriendo por tu cuello desde el pecho.
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