Pincelada que baja desde el cielo
a repartir un bien incomprensible,
larga y triste figura
que quiere llevar miel entre las manos;
rayo de sol que besa los labios de la amada,
una amada que a los ojos del mundo
está desvanecida.
Hebra ambulante
intentando quebrar una muralla.
Insomne velador de armas durmientes,
con una lanza al hombro
y en la mirada un sueño,
poeta sin destino y sin fronteras,
filo que corta el aire,
seguidor implacable de molinos,
corazón palpitante en la vigilia,
vencedor de batallas incompletas,
sombra de una grandeza imaginaria.
Lanza y caballero,
caballero y lanza
imagen que confunde fuego y yelmo,
quemándose por dentro
y latiendo al galope del caballo.
Armadura que encierra
un puñado de huesos,
una herida sangrándole la historia
y un ánima desnuda de todo privilegio.
Fragor, bravura hidalga pendiente de un suspiro.
Magia y locura atadas en un sueño.
Quijote de María Cristina Orantes
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