Un libro se cierra como la muerte cierra los días.
No quise acabar con una mención sobre los distintos tipos de veneno. No quise extenderme sobre el silencio (los rabinos dicen que el quinto estrato del infierno lleva el nombre de silencio; el mío no es así, es un lugar de luz).
Quiero terminar hablando de mi dedal, el que me proteje la carne tierna del dedo de la picadura del huso empapado en pócima.
Mi balcón no anuncia peligro de caída, sino de ascensión.
Tengo un molino de viento a mi lado (en la adivinación simboliza la solución a un problema). Tengo un madero no de cruz, sino guía de viñas que se entrelazan.
El alma está escondida en la nuez.
Cristo tal vez se interese por mi voz.
Tomado de Razones para la redención del zafiro, Ed. Filodecaballos, Guadalajara, México, 2003.